The Night of the Rabbit (PC – MAC review)

Que las aventuras gráficas no se cuentan entre los géneros más populares es algo que todos sabemos; pero a mí me gusta creer que los que nos mantenemos fieles al point’n’clic y al ratón somos un poquitín más felices que el resto. Pocas experiencias me resultan tan gratificantes como sentarme con toda la tranquilidad del mundo frente al ordenador y sumergirme en una buena aventura gráfica como las de antes.the-night-of-the-rabbit-cover

 Lo que hoy os traigo es lo último de Daedalic, autores de la serie Deponia (cuya tercera parte está al caer en tierras germanas), entre otras. Una aventura prácticamente indistinguible de cualquier otra nacida en los noventa, salvo quizá por la calidad de la banda sonora y el hecho de estar dibujada en alta definición. El resto es puro respeto y sintonía con el troquel que legaron las más grandes obras de la época.

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Daedalic hace juegos a su gusto. Solo con hacer una breve visita a su página web o a su perfil de Facebook salta a la vista; se desviven por su trabajo y se involucran en él hasta el extremo. No son juegos con los que traten de devolver el estado de gracia al género, sino, simplemente, nuevas y originales propuestas dentro de un género minoritario; y yo, ante tan simple y honesta idea, me descubro. Primero porque, por lo general, las aventuras gráficas modernas se inclinan algo más por un modelo de puzzle lógico y puro que a mí me echa para atrás. Cuestión de gustos. Encuentro mucho más divertido progresar a base de diálogos inteligentes, combinaciones de objetos descerebrantes y escenarios plagados de objetos interactivos; no tanto resolver jugadas de ajedrez, traducir códigos ocultos y mover piezas de un lado a otro. The Night of the Rabbit es de los primeros, por suerte para un servidor.

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Para esta ocasión, la compañía ha querido valerse de un protagonista joven, inocente, aventurero y soñador para proyectar una gran historia en un escenario muy pequeño, haciendo valer sus dotes de narración y diseño para ponernos en bandeja un mundo de esos que te roban las horas sin darte cuenta: plagado de imposibles, personajes de cuento y magia a raudales. Un escenario harto atractivo y artísticamente espectacular solo igualado por la banda sonora, una de las más bellas que recuerdo. Tal es el nivel de producción audiovisual que casi disimula por completo ciertas imperfecciones como un protagonista demasiado plano para lo que acostumbran en Daedalic (teniendo a Rufus de Deponia en su haber, el listón está necesariamente alto), algunos puzzles excesivamente crípticos y alguna que otra salida de tono como ese segundo final que se esconde tras los créditos; curioso pero sobrante.

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Un tanto inexplicable resulta que el personaje principal se vea apagado por unos secundarios tan memorables. Como si toda la atención recayera en todo lo que rodea a Jerry; siendo éste lo más simplón de todo el conjunto. La imagen de protagonista cliché de cuento infantil se atraganta ligeramente en los primeros compases; con una inocencia que se acerca peligrosamente al concepto de estupidez. Afortunadamente, poco a poco el chico se va ganando las medallas y hasta se le coge cariño, pero nada en comparación de lo que puede transmitirnos un personaje cualquiera de los que entablan conversación con Jerry.

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Este adolescente vive en una versión deliberadamente expresionista del mundo real, con un recurrente gesto de antipatía por el avance de la humanidad y sus ciudades hacia la destrucción de la naturaleza (de poca importancia argumental, pero toda una campaña a la que nos tiene acostumbrados la desarrolladora alemana). Los escenarios rebosan vida y belleza natural y el mero hecho de que los personajes que los pueblan sean pequeños ratones, ardillas y similares, reza en favor del color verde y de lo más alejado de la contaminada ciudad. Quizá en este hecho se excuse un personaje tan sumamente inocente y bondadoso; esa imagen utópica del bien como lo evidente y habitual, y del mal como un ente indeseable, necesariamente ligado a la locura. No hay grises: solo blanco o negro. O todos los personajes son, dentro de sus particularidades (los hay gruñones; pero eso no es maldad), tremendamente benignos, o son el mal encarnado.

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Por supuesto, hablamos de un cuento hasta las últimas consecuencias; resguardándose en estos extremos: en la moraleja y en la parábola, como debe ser. Es una aventura gráfica al uso, pero bien podría dibujarse sobre otro formato no interactivo con igual resultado. Exagerada, irreverente y fantástica, pero no menos que otras obras similares, y encantadora como pocas; máxime si eres de los que disfrutan escudriñando cada escenario, dejándote asombrar por las ilustraciones (sencillamente alucinantes), la música, las animaciones y las pequeñas sub-tramas que componen la aventura principal. The Night of the Rabbit puede ser un juego que supere tus espectativas y te sorprenda gratamente; bien merece la pena si sigues disfrutando de las aventuras clásicas como lo hacías en los noventa.

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Un título para disfrutar con tranquilidad, relajación y la simple esperanza de disfrutar de un trabajo personal, bello y respetuoso con el point’n’clic como el que más. Una nueva gran obra de Daedalic, una compañía que parece, y lo digo bien alto, la más digna sucesora de Lucasarts. No será su mejor producto ni muy apto para quien busque una aventura de ritmo pausado; pero a mí me ha maravillado.

Un comentario en «The Night of the Rabbit (PC – MAC review)»

  1. Yo no soy muy fanática de las aventuras gráficas. Puedo contar con los dedos de una mano las que me gustan. Pero de esta aventura (no jugada por mí, que quede constancia) lo que más me impresiona es la calidad de las ilustraciones que representan el escenario en cuestión ¡tiene miles de detalles!

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